CSI Evolution marzo 3, 2009
Posted by Manuel in ateismo, biologia, ciencia, creacionismo, diseño inteligente, divulgación científica, educación, escepticismo, evolucion, geología, paleontología, religión, sociedad.Tags: CSI, cuento, Kansas, literatura, relato
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Joe cerró el sobre y se lo entregó al presidente del jurado. La labor estaba terminada. A Joe no le quedaba ninguna duda, el detenido era culpable del horrible crimen que se le imputaba. Es cierto que nadie estaba allí para ver cómo éste sucedió pero la declaración del inspector forense fue determinante. Después del incendio de la casa del asesinado parecía que pocas pruebas se podían encontrar, pero los científicos de la brigada forense habían conseguido reconstruir la escena del crimen. Con unos pocos huesos obtuvieron el perfil de la víctima, con cantidades alícuotas de ADN se obtuvo la huella genética del asesino y con otras muestras biológicas obtenidas en el escenario del crimen la carga de evidencias era incumpatoria para el hoy detenido. Tras escribir culpable en la tarjeta, e introducir ésta en el sobre, Joe quedaba tranquilo, confiaba en el buen hacer de la ciencia. Sabía que el detenido tenía muchas probabilidades de acabar en el corredor de la muerte, pero ya no era problema suyo. Él no había redactado la ley.
A esa misma hora Rachel daba por terminado el manuscrito que iba a enviar a una prestigiosa revista científica. Habían sido meses de duro trabajo. Cuando empezó todo, en unas lejanas colinas del desierto, sólo contaba con unos restos óseos incrustados en la roca. Tuvo que contar con la participación de colegas geólogos y físicos para poder hacer un trabajo de gran profesionalidad. También fue importante la inestimable ayuda del director de su departamento que, gracias a su red de contactos, había conseguido que sus muestras fueran datadas en uno de los pocos espectrógrafos que existen en el mundo diseñados para esta función. Las conclusiones de los resultados obtenidos eran claros, el fósil tenía alrededor de 100 millones de años. Los conocimientos en zoología comparada de Rachel permitieron además sugerir que estaba en presencia de una nueva especie. Ahora quedaba el análisis de la comunidad científica internacional. Sabía que en cuanto el manuscrito llegara al editorial iba a ser analizado con un rigor crítico sin precedentes. Ella sólo confiaba en que no se hubiera dejado ningún cabo suelto en su cadena de deducciones, porque en caso contrario pronto se lo harían saber. Si el trabajo era finalmente publicado su reputación en la Universidad Estatal de Kansas se vería reforzada, abriéndose la posibilidad de alcanzar una posición permanente en la misma. Con el trabajo de varios meses concluido Rachel finalmente apagó las luces y salió del laboratorio deseando poder dormir ocho horas seguidas.
Joe abandonó los juzgados de Topeka, se introdujo en su coche y se condujo en dirección a su domicilio. Esa noche debía de participar en una importante manifestación. Joe se oponía con decisión a la enseñanza de la teoría de la evolución en las escuelas del condado donde él se residía. Nada más incorporarse a la reunión fue requerido por los medios de comunicación para explicar su posición. Ésta era inequívoca: no se podía confiar en la ciencia ya sus resultados son parciales y además ¿cómo podían los científicos afirmar que la Tierra tiene millones de años si no había allí nadie para ver cómo sucedió?. Joe, tras agradecer a los medios su presencia en la manifestación se retiró a charlar amigablemente con los miembros de su parroquia.