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La ciencia en la época de Darwin (I)

En tres artículos intentaré mostrar cómo se encontraban las ciencias naturales en la época que a Darwin que le tocó vivir. Dicen que cada persona es fruto de su época. Eso es cierto para la mayoría de mortales. La excepción son aquellos que ven más allá de su tramo vital y dan un salto hacia la inmortalidad de su obra. Charles Darwin fue una de esas personas, al revolucionar la ciencia de su época.

Este primer artículo trata acerca de la corriente más abundante en las ciencias naturales del S.XIX en Inglaterra: la teología natural, un concepto al que parece que quieren volver los seguidores del diseño inteligente en la América del siglo XXI. También acerca de algunas personas que influyeron de alguna manera en el pensamiento del joven Darwin: Lamarck y sus profesores Henslow y Sedgwick.

La teología natural

La teología natural fue un sistema de pensamiento sobre el mundo natural predominante en Inglaterra en tiempos de Darwin. Su pretensión era manifestar la gloria, bondad y excelencias divinas, partiendo de la perfección de las leyes naturales. Según esta interpretación, el orden natural que había en el mundo reflejaba la existencia de un plan divino, que se realizaba a través de la intervención y del diseño de una inteligencia superior. Esta tradición del pensamiento inglés estaba basada en la armonía existente entre ciencia y religión, y asignaba a la historia natural el conocimiento de las “causas segundas”, es decir, de los mecanismos que operaban en la naturaleza, en tanto que la teología presentaba y utilizaba los datos científicos para demostrar y establecer la existencia de Dios, la causa primera de todo lo existente.

Lamarck (1744-1829)

Las tesis especulativas de Lamarck sobre la transformación de los organismos se basaban en la tendencia progresiva a elevarse hacia la perfección que, en su opinión, existía en las plantas y animales. Durante este camino hacia tipos de organización más compleja, los seres vivos reaccionaban frente a las influencias del medio ambiente. Era a partir de esta reacción como surgían las alteraciones y las modificaciones en los organismos. Sostenía Lamarck que las circunstancias externas no operaban directamente sobre la forma y organización de los animales provocando las modificaciones, sino que los cambios externos ocasionaban cambios en las necesidades de los organismos. Estos cambios provocaban, a su vez, la aparición de nuevas acciones para satisfacer tales necesidades, y en consecuencias surgían nuevos hábitos de vida. Todo esto exigía el empleo más frecuente de alguna parte o de algún determinado órgano, que el animal desarrollaba y fortalecía. Al mismo tiempo, la falta de uso de algún otro órgano por los hábitos adquiridos lo iba debilitando gradualmente y terminaba por hacerlo desaparecer. Los descendientes, según Lamarck, heredaban los caracteres adquiridos por los organismos en este proceso de cambio y transformaciones.

Henslow y Sedgwick: los profesores de Darwin

Aunque tanto Henslow como Sedgwick eran clérigos anglicanos, esto no significaba que el nivel de estudios científicos en Cambridge no fuera el adecuado. Ambos, independientemente de sus ideas científicas, estaban al día en sus respectivas disciplinas y perfectamente capacitados para impartir la docencia con un excelente nivel en sus asignaturas. También es cierto que puede no considerárseles como científicos profesionales, entendiendo por eso la actividad que se realiza tras recibir una formación universitaria especializada, con un título reconocido y un sueldo que, más o menos, permita vivir dignamente. Pero en aquellos momentos, y a diferencia de Francia, donde sí había puestos oficiales para desarrollar una actividad científica, en Inglaterra no existía la posibilidad de ganarse la vida dedicándose a la investigación. Clérigos y caballeros, como Darwin, eran prácticamente las únicas personas que disponían de tiempo, y de interés, para realizar estudios de historia natural. Por eso, la denominación de amateur aplicada a los naturalistas británicos de la primera mitad del siglo XIX no puede entenderse como algo peyorativo, sino que corresponde a individuos con una clara vocación científica y que en muchos casos fueron verdaderas autoridades en sus respectivas materias.

John Stevens Henslow era el profesor de Cambridge encargado de enseñar botánica. Hombre profundamente religioso, era un excelente maestro, ameno y claro en sus exposiciones; organizaba para todos los alumnos salidas al campo, durante las cuales disertaba sobre los animales y plantas que se iban encontrando por el camino. Henslow fue el referente naturalista más importante de Darwin en Cambridge. Ambos herborizaron e hicieron excursiones científicas juntos por los campos de los alrededores, y Darwin asistió con asiduidad a las tertulias científicas que organizaba Henslow en su casa. Además de convencer a Darwin para que trabajara junto con Adam Sedgwick, el profesor que impartía geología en Cambridge, Henslow le proporcionaría más adelante los contactos que le permitirían realizar su viaje alrededor del mundo.

Sedgwick era un representante de la escuela catastrofista, la doctrina dominante en Europa Occidental durante las primeras décadas del siglo XIX (de la que se hablará en el siguiente capítulo). Darwin le enviaría a su antiguos maestro en 1859 un ejemplar de “El origen de las especies”, que Sedgwick dijo haber leído con más pena que placer. Entre otras cuestiones, comentaba que, en su opinión, numerosas conclusiones de la obra de Darwin se habían basado en suposiciones que no podían ni probarse ni refutarse. Pero sobre todo criticó que no se mencionara a Dios explícitamente como causa de la evolución. En una crítica posterior, mantendría su postura creacionista y a favor de la aparición repentina de nuevas especies en la naturaleza, ideas que contradecían directamente la teoría de la evolución de Darwin.

Comentarios»

1. J.M.Hernández - junio 19, 2008

Excelente artículo Manuel, es importante situar cada descubrimiento y cada científico en su entorno, porque caemos en interpretarlos bajo el prisma y conocimientos actuales, lo cual es un grave error. Me ha recordado un artículo de Stephen Jay Gould sobre el Dr. Down que iba en este sentido.

Esperamos el resto de la serie :-).

2. Manuel - junio 19, 2008

Se agradece la alabanza 😉
En realidad es una copia de otros libros, un poco por aquí, un poco por allá. En la tercera parte daté la referencias bibliográficas.
No conozco el artículo de Gould, ¿en qué libro está?.
Saludos

3. J.M.Hernández - junio 19, 2008

El artículo se titula «El síndrome del Dr. Down», está incluido en el libro de Gould «El pulgar del panda».

Saludos.

4. pauloarieu - junio 23, 2008
5. ssdfef - diciembre 18, 2008

ola!! nos lo resumis?¿jajajaja

6. Manuel - diciembre 18, 2008

Pues no, je, je, je…

7. pauloarieu - diciembre 18, 2008

hola manuel.
bendiciones para tu vida

8. nicol hilgueman - octubre 14, 2010

La evolucion es un tema muy profundo tengo miedo enfrntarlo porque podria dejar de creer en que existe un dios

Manuel - octubre 14, 2010

Nicol si te gusta estudiar y conocer como funciona la naturaleza verás que la evolución está ahí independientemente de las creencias personales de cada uno. ¿Piensas que por conocer como se originó la biodiversidad en este planeta vas a perder la fe en tu dios? Bueno, ahí ya no te puedo contestar, todo depende del concepto de dios que tú tengas. Te puedo decir que hay muchos biológos evolutivos que siguen siendo creyentes, pero me imagino que eso es un tema personal de cada uno.


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