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El escepticismo de Darwin octubre 14, 2009

Posted by Manuel in ateismo, biologia, ciencia, creacionismo, divulgación científica, historia de la ciencia, pseudociencia.
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Charles Darwin, como todo buen científico, mantenía un espíritu crítico y era escéptico con las informaciones que le llegaban. En su autobiografía, nos cuenta a modo de anécdota, una creencia muy extendida en la Inglaterra de su época. Creencia que él mismo comprobó que no tenía ninguna base, lo cual no impedía que estuviera en la mente de muchísima gente. Algo muy habitual en el mundo de la pseudociencia, por otra parte. Leer el resto de la entrada AQUÍ

La evolución de Darwin en el Museo Nacional de Ciencias Naturales julio 13, 2009

Posted by Manuel in biologia, ciencia, divulgación científica, educación, evolucion, geología, historia de la ciencia, paleontología.
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El Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acoge desde hoy, 10 de julio, la
exposición La evolución de Darwin, organizada junto a la Fundación Banco Santander y la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa. La muestra incluye la reconstrucción del Gabinete de Curiosidades de Ole Worm del año 1655, que contiene piezas del propio museo del CSIC y del Museo Nacional de Antropología: pliegos de herbarios, libros de botánica del siglo XVIII, cartas manuscritas de Darwin, facsímiles y una momia egipcia de Ibis. El objetivo principal de la exposición es mostrar de una forma actualizada las bases y los principios científicos de la teoría de la evolución

La exposición será inaugurada hoy, a las 12:00 horas, por el secretario de Estado de Investigación, Carlos Martínez; el presidente del CSIC, Rafael Rodrigo; el director del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, Alfonso Navas; el director gerente de la Fundación Banco Santander, Javier Aguado; y el administrador de la Fundação Calouste Gulbenkian, Diogo de Lucena.

La evolución de Darwin se divide en cinco apartados temáticos: El contexto científico antes del siglo XVIII, Los precursores de Darwin, Historia y biografía de Darwin, La genética y El darwinismo en España.

La exposición incluye piezas que provienen de las colecciones propias del museo del CSIC: Aves y Mamíferos, Ictiología, Anfibios y Reptiles, Invertebrados, Malacología y Paleontología. En concreto, se exhibirán diversos corales, un esqueleto de okapi, un águila pescadora y 20 reproducciones de flores del siglo XIX. Asimismo, la exposición mostrará piezas de una muestra internacional sobre Darwin organizada por el American Museum of Natural History de Nueva York, el Museum of Science de Boston, el Field Museum de Chicago, el Royal Ontario Museum de Toronto y el Natural History Museum de Londres.

Durante el año 2009, con motivo de la celebración del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin, el CSIC ha organizado numerosas actividades, exposiciones y conferencias en distintos centros e institutos del CSIC.

LA EXPOSICIÓN

En el apartado de Contexto científico antes del XVIII. El mundo antes de Darwin, la muestra acoge la reproducción del gabinete del médico danés Ole Worm (1588-1654). En esa época, los gabinetes de curiosidades contenían objetos raros y muestras de descubrimientos de las primeras exploraciones. Se guardaban objetos raros que incluía desde artefactos nativos del Nuevo Mundo a animales disecados o fósiles, pero no se estudiaban de forma científica. Los precursores de Darwin. Contexto religioso-social de la época. A partir del siglo XVIII se dedicaron empeños a describir y clasificar el mundo natural. La evolución de Darwin explica la importancia de figuras como Carl von Linneo o Georges Cuvier.

Estos antecedentes propiciaron que a principios del siglo XIX, los pensadores comenzaran a formular la hipótesis de que las especies se habían modificado a lo largo del tiempo y descendían de antepasados comunes. En la sección de Historia y biografía de Darwin se recogen los aspectos más relevantes de la vida de Darwin. Las circunstancias que marcaron su personalidad, su labor de investigación, y el reconocimiento público nacional e internacional a su producción científica. Esta parte incluye además sus estudios a bordo del Beagle y el impacto que tuvo en la sociedad la publicación de El origen de las especies.
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ambién incluye detalles de la vida del naturalista a su regreso a Londres y sus aspectos más personales, como sus dudas sobre el matrimonio. La exposición La evolución de Darwin aborda en su parte La Genética los desarrollos de la investigación en biología evolutiva, la genética y sus avances en las últimas décadas hasta llegar a las teorías y aplicaciones que se hacen en la actualidad.

Darwin botánico May 28, 2009

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A Charles Darwin todos lo conocemos por sus dos obras que supusieron una revolución en el mundo de la biología, El origen de las especies y El origen del hombre. También puede que algunos conozcáis el primer best-seller que escribió, Viaje de un naturalista alrededor del mundo donde narra su viaje a bordo del Beagle.

Lo que mucha gente no sabe, y ahí incluyo a biólogos poco amantes de la historia de la ciencia, es que Charles Darwin se pasó toda su vida investigando y escribiendo, llegando al final de su vida con varias decenas de publicaciones. Éstas incluyen tratados de geología, zoología, biogeografía, botánica, e incluso, en las últimas etapas de su vida, una autobiografía.

En el campo de la botánica destacan dos importantes obras: La fecundación de las orquídeas (1862) y Plantas insectivoras (1875)

La fecundación de las orquídeas

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Esta obra se publicó el 15 de mayo de 1862 bajo el nombre de On the various contivances by wich British and foreign orchids are fertilised by insects, and on the good effects of intercrossing. A pesar de la buena acogida que tuvo entre los botánicos de la época tan sólo se editaron 6.000 ejemplares hasta el siglo XX. La segunda edición no llega hasta el año 1877. En vida de Darwin se tradujo al francés (1870) y al alemán (1877). La 1ª edición en español es publicada en febrero de 2007 bajo el título de La fecundación de las orquídeas, traducción llevada a cabo por la Universidad pública de Navarra.

En este libro Darwin describe y discute las distintas estrategias de polinización llevadas a cabo por las orquídeas que utilizan los insectos como medio de transporte de polen. Tras El origen de las especies, esta publicación es el primer ejemplo detallado de los efectos que la selección natural ejerce en la supervivencia de aquellos ejemplares mejor adaptados. Además, utiliza la relación de las orquídeas con sus insectos polinizadores como demostración de sus hipótesis acerca de las complejas interacciones que llevan a procesos de coevolución.

Plantas insectivoras
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Durante un tiempo Darwin mostró un interés apasionado con cierto grupo de plantas adaptadas a una peculiar dieta. Estas plantas eras capaces de capturar insectos, digerirlos y obtener de ellos sustancias necesarias para su nutrición. Tras 15 años de trabajo duro en 1875 se publica la obra Plantas insectivoras, en la que se recogen los resultados de sus investigaciones. El libro incluye descripciones de la anatomía de los principales géneros de plantas carnívoras conocidos hasta el momento de su publicación, así como explicaciones del funcionamiento de los distintos sistemas de captura de insectos (movimiento de las hojas, capacidad de digestión y absorción de distintas sustancias, tipo de respuestas a diferentes estímulos, etc), y algunas conclusiones sobre la evolución del grupo. Las ilustraciones que acompañan al texto, fueron realizadas por dos de sus hijos, Francis y George. En definitiva, esta obra es un clásico de la botánica y una demostración de la aplicación del método científico.

Texto tomado de “El Diario del Jardín Botánico-CSIC”. Nº3- Primavera/Verano 2009

La ‘herejía’ darwinista febrero 13, 2009

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El arzobispo de Granada excomulgó y quemó los libros del director del Instituto Padre Suárez, que en 1872 defendió la teoría de la evolución del científico inglés

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Segunda de la derecha (de pie), Rafael García Álvarez. IDEAL

INÉS GALLASTEGUI- Ideal de Granada

Tras publicar ‘El origen de las especies’, Charles Darwin fue retratado como un simio en periódicos y revistas de la época: los críticos a su teoría de la evolución satirizaban la idea de que el hombre descendía del mono. En España, en cambio, cuestionar la obra inmutable de un Dios creador le hacía a uno acreedor de una especie de viaje en el tiempo hacia la época más oscura y siniestra del fanatismo cristiano: la de las hogueras. Lo vivió en sus carnes Rafael García Álvarez, director del Instituto Padre Suárez de Granada, excomulgado por defender las tesis darwinistas. La plaza de las Pasiegas fue el escenario elegido por el arzobispo de la época, el integrista Bienvenido Monzón, para quemar en una pira los ‘perversos’ manuales de Historia Natural del catedrático, después de condenar al fuego del infierno el alma del respetado profesor.

Bien es verdad que a García Álvarez, científico y francmasón, las iras arzobispales no debieron dolerle en exceso. No en vano, cinco años después presentaba en el Ateneo de Almería una ampliación de aquellas primeras reflexiones que le valió un premio, y en 1883 publicaba su ‘Estudio sobre el transformismo’ en la imprenta granadina Indalecio Ventura Sabatel. Fue el primer libro en español sobre la teoría de la evolución de Darwin, según Luis Castellón, director de Museo de Ciencias del Instituto Padre Suárez, que debe la mayor parte de sus fondos a aquel catedrático decimonónico. Rafael García, recuerda Castellón, mantenía amistad con el catedrático sevillano Machado y Núñez -abuelo de los poetas Antonio y Manuel-, al que se atribuyen los primeros artículos sobre la materia.

Sin poder sobrenatural

En 1872 ya habían pasado trece años desde la publicación de ‘El origen de las especies’, pero está claro que en España las nuevas ideas tardaban en abrirse camino. Rafael García Álvarez (Sevilla, 1828 ) poseía un valioso ejemplar de la primera edición en francés de la obra cumbre de Darwin -la primera edición inglesa se agotó el mismo día de su publicación- y quiso dar a conocer tan sugerentes descubrimientos en el discurso de solemne apertura del curso.
«(…) La teoría de Darwin sobre el origen de las especies (…) viene a sustituir en el mundo científico, haciéndola también popular, a la arraigada opinión de las creaciones, en las que necesariamente había de intervenir un poder desconocido y sobrenatural», señala García en su discurso. «Carlos Darwin (…) sintetiza hoy en su teoría la más alta expresión del progreso, dando una sencilla al par que majestuosa unidad a la historia de la aparición y desenvolvimiento del mundo orgánico, fundada en la transmisión por vía de herencia de las modificaciones de estructura individuales, que acumuladas en el tiempo, transforman las variedades en especies».

«Contestemos finalmente a tantos críticos sentimentales que fundan toda la dignidad y moralidad humanas en las ciegas preocupaciones de la tradición (…), que al admitir la humildad de su origen y su evolución progresiva en el tiempo, comprendemos mejor la maravillosa majestad de su ser. El hombre es para nosotros la naturaleza con conciencia de sí misma», afirmaba García en el texto.

Materialismo contagioso

Varias «personas eclesiásticas y seglares» delataron al catedrático y la transcripción del discurso llegó a ojos de monseñor. Bienvenido Monzón, que sometió el texto a la censura de «cinco teólogos sinodales de conocida ilustración, probada rectitud y acreditado celo». Y su sentencia fue inapelable: el texto «relega al hombre a la condición de bestia», pretende la «perturbación de las conciencias católicas» y «lleva al ánimo de la juventud los gérmenes del materialismo». Por todo ello, es calificado de «herético, injurioso a Dios y a su providencia y sabiduría infinitas, depresivo de la dignidad humana y escandaloso para las conciencias».

En el consiguiente infiernillo montado en las Pasiegas ardieron cientos de ejemplares de los libros de García que piadosos ciudadanos habían entregado en sus parroquias y confesionarios. Entre los libros quemados estaba el manual ‘Fundamentos de Historia Natural’, publicado unos años antes y en el que ya se apuntaban algunos avances de las teorías evolucionistas. En el Padre Suárez se conservan algunos de los ejemplares que se salvaron de las airadas llamas católicas.

Luis Castellón recuerda que, en ese y otros escritos, García Álvarez se mostraba cauteloso con los dogmas católicos. Su defensa del darwinismo, asegura, era «una defensa ‘light’, de lo más comedida»; no en vano, recuerda, él mismo era profesor en la Abadía del Sacromonte.

No se sabe muy bien qué consecuencias le supuso al catedrático su ‘herejía’. Está claro que la destrucción de su obra anterior representó para él una «muerte civil» e impidió la difusión de su pensamiento. Castellón recuerda, además, que en 1874 García fue «cesado fulminantemente como director del instituto» en favor del subdirector, Pedro Arozamena; unos meses después éste lo nombró su segundo.

En el centro educativo hubo «malestar» por el ‘castigo’ eclesiástico y después gubernamental; pero aproximadamente la mitad del claustro se mostró «tibia». «Era un momento político muy delicado», recuerda Castellón, en vísperas del fin del llamado sexenio revolucionario (1868-74). Años después, García Álvarez volvió a ocupar el cargo de director, en el que murió en 1894.

Celebraciones

El Instituto Padre Suárez celebra con varias actividades el año Darwin, en el que se cumplen 200 años del nacimiento del naturalista inglés y 150 de la publicación de su revolucionaria obra. Ya en enero de 2008 la entonces consejera de Educación, Cándida Martínez, presentó la publicación en facsímil de ‘Estudios sobre el transformismo’, el libro en el que Rafael García desarrollaba y ampliaba las tesis que casi una década antes le habían costado la expulsión del rebaño católico. Los 500 ejemplares están llegando ahora al centro educativo y serán distribuidos por la Junta de Andalucía.

Este año será reeditado el discurso de apertura del curso 1872/73 que tanto ofendió al arzobispo Monzón. Y el próximo abril verá la luz un libro en el que Luis Castellón repasa la historia del Museo de Ciencias del Instituto Padre Suárez, que tanto debe al catedrático sevillano. Además, el museo organizará visitas enfocadas a explicar la selección natural.

«El creacionismo está en auge», lamenta el director del Instituto Padre Suárez, Rafael Ibáñez. «Es una falta de cultura -apostilla Luis Castellón-. Y si la cultura general retrocede, la cultura científica y el pensamiento retroceden también. A quienes todavía creen en el creacionismo, yo les preguntaría: ¿Adán y Eva tenían ombligo?».

Lo que Darwin nunca dijo febrero 12, 2009

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En el bicentenario de su nacimiento, la vida y la obra del autor de «El origen de las especies» se han divulgado de manera tan irregular que algunas de las ideas más populares hoy son imprecisas o erróneas

Público Digital

A Charles Darwin, que hoy habría cumplido 200 años, se le ha acusado de inspirar la eugenesia y el genocidio nazi, y tanto el capitalismo como el marxismo lo han reivindicado para sí tirando de diferentes hilos, ya sea el de la competición por la supervivencia o el del materialismo ateo. Pocas figuras se han manipulado tanto como la de este científico, y pocas doctrinas se han deformado tanto por ignorancia o con la intención de servir a intereses ajenos a la ciencia. Lo que sigue es un repaso de algunos de los errores, falacias e imprecisiones más frecuentes sobre la vida y la obra del naturalista inglés que inauguró la biología evolutiva.

1. El hombre desciende del mono

Este mantra, repetido hasta la saciedad, no forma parte del darwinismo. En su obra de referencia, El origen de las especies, Darwin no abordó el linaje humano, pero «al día siguiente de publicarlo, la gente ya decía que el hombre viene del mono», afirma el codirector de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga. Los detractores de Darwin lo ridiculizaron en caricaturas que mostraban al eminente científico convertido en un simio peludo. Posteriormente, en El origen del hombre, Darwin planteó la hipótesis de que humanos y simios descienden de progenitores comunes, no unos de otros. En realidad, la idea no era novedosa para la ciencia de mediados del XIX, sino que aparecía sugerida en trabajos de otros científicos, como Thomas Henry Huxley.

2. La evolución es una escalera que conduce al ser humano

El del hombre y el mono es un caso particular de un error más general, entender la evolución como una carrera de relevos en la que una especie cede el testigo a otra. A esta confusión contribuye un recurso gráfico mil veces utilizado: un simio caminando tras una fila de antropoides con rasgos cada vez más humanos hasta llegar al hombre. Pero ni el ser humano desciende del mono, ni ninguna especie viva se ha detenido a medio camino de la evolución para dar el relevo a otra. Suele equiparse lo más evolucionado a lo mejor, como en las generaciones sucesivas de teléfonos o de coches. Pero un chimpancé no es menos evolucionado que un humano. De hecho, genéticamente se podría considerar más evolucionado; un estudio elaborado por científicos de la Universidad de Michigan (EEUU) y publicado en PNAS en 2007 descubría que el genoma del chimpancé acumula un 51% más de genes modificados por selección natural que el del Homo sapiens. Para el primatólogo Josep Call, la humana es solo «una especie más».

3. Los organismos evolucionan para adaptarse al medio

En la ciencia-ficción de serie B es un recurso habitual que monstruosos seres evolucionen para aumentar su poder mortífero frente a los sufridos protagonistas humanos. Esta acepción de evolución respeta el diccionario, pero no el concepto científico de evolución biológica: no evolucionan los organismos, sino las especies o los linajes. Esta idea entronca con otra noción errónea; ni el monstruo ni su linaje podía evolucionar con un fin concreto. Entre los protoevolucionistas anteriores a Darwin, el francés Jean Baptiste Lamarck propuso que los organismos se adaptaban al medio y legaban esas adaptaciones a su progenie; por ejemplo, la jirafa estiró el cuello para comer y produjo crías con cuellos más largos. El modelo de Darwin reveló que es el medio el que selecciona a los mejor adaptados a la supervivencia y reproducción. Sin embargo, hoy el lamarckismo sigue infiltrando cierta interpretación popular de la evolución.

4. El darwinismo es un dogma

Ni siquiera Darwin se liberó por completo del lamarckismo. Al desconocer la genética y los mecanismos de mutación y herencia, Darwin no sabía cómo se producen las variaciones sobre las que actúa la selección natural, lo que le hizo proponer un rocambolesco mecanismo de herencia para las modificaciones que el organismo adquiría a lo largo de su vida: si un individuo fortalecía un músculo, sus células liberaban unas gémulas que llevaban esta información al esperma o al óvulo para que la progenie naciese con el músculo más desarrollado. Cuando más tarde se divulgaron las leyes de la herencia formuladas en la misma época por el monje checo Gregor Mendel, muchos científicos las rechazaron por considerarlas contrarias al darwinismo: frente a la variación azarosa y continua de Darwin, Mendel planteaba una herencia matemáticamente predecible y estática. No fue hasta la década de 1930 que genética y evolución confluyeron en la llamada teoría sintética.

5. Darwin explicó el origen de la vida

Ni Darwin ni la moderna biología han logrado aún explicar cómo surgió la vida a partir de las moléculas biológicas primitivas. Darwin tampoco pretendió revelar el origen de la vida, sino solo su evolución una vez que existieron los primeros seres. En su autobiografía escribió que en la época de El origen de las especies aún era teísta, creyente en un dios como primer motor que había intervenido para prender esta primera chispa de vida y desencadenar un mecanismo evolutivo autoalimentado mediante leyes naturales.

6. Darwin inventó los conceptos de evolución y de supervivencia del más apto

Las ideas de antepasados comunes y de transmutación de unas especies en otras aparecen ya en los escritos de Anaximandro, filósofo griego del siglo VI a.C., así como de otros pensadores en Occidente y Oriente. Algunos de estos autores se basaban en la observación de los fósiles. Incluso una noción primitiva de selección natural aparece ya en la Grecia clásica. Pero la expresión «supervivencia del más apto» no fue acuñada por Darwin, sino que la adoptó en ediciones posteriores de El origen tras haberla leído en los Principios de Biología del filósofo victoriano Herbert Spencer, quien a su vez había inventado el eslogan al incorporar a su obra las ideas publicadas por Darwin. Ni siquiera el término evolución aparece una sola vez en El origen; este vocablo se popularizó más tarde y también Spencer fue uno de los primeros en emplearlo.

7. Los pinzones de las Galápagos inspiraron el eureka

Rara vez la ciencia avanza por eurekas; lo habitual, también en el caso de Darwin, es un progreso continuo y laborioso que bebe de múltiples fuentes. En cuanto a los pinzones, que con sus picos adaptados a diferentes alimentos han pasado a la historia como las musas de Darwin, no aparecen siquiera mencionados en El origen. En esta obra, Darwin se limitó a exponer la comparación entre las aves en general de este archipiélago y de otros lugares. En obras posteriores, Darwin sí recurriría a la comparación de especies, pero su interés no se centró en los pinzones, sino en los sinsontes.

8. Darwin refutó la creación bíblica

La fijación de los fundamentalismos religiosos por Darwin como enemigo supremo induciría a pensar que fue el británico quien destronó a la Biblia como pauta para explicar la historia natural. No fue así. En el Reino Unido, la sociedad victoriana sufría ya antes de Darwin una crisis de fe de etiología compleja, donde la razón se imponía a la revelación. A ello contribuyeron los descubrimientos en geología, que restaban crédito a la creación narrada en el Génesis en favor de una Tierra formada lentamente a lo largo de millones de años y por los mismos fenómenos que actúan hoy, no por grandes catástrofes repentinas como el diluvio universal. Esta teoría fue formulada por el geólogo y cristiano devoto Charles Lyell, y ejerció una fuerte influencia en el pensamiento de Darwin. La evolución tal como la formuló su autor no refutaba una posible creación divina, e incluso el propio científico creyó en ella durante años.

9. Darwin perdió la fe por su ciencia y fue enemigo de la religión

Ni Darwin fue un ateo militante, ni se convirtió al cristianismo en su lecho de muerte. Ambas visiones corresponden a manipulaciones de su figura, que se ha tomado como enemigo o modelo desde trincheras opuestas. Darwin explicó en su autobiografía las razones que le llevaron a abandonar la fe, y fueron argumentos sencillos que cualquier persona sin conocimientos científicos podría utilizar: las contradicciones entre distintas religiones reveladas, la negación de un Dios cruel y castigador o el rechazo a una supuesta condenación eterna para los paganos. Y su última conversión antes de morir es otro mito sin pruebas. Pero Darwin no eligió su papel como blanco del fundamentalismo religioso. Respetó las creencias de otros, como su propia esposa, y se unió al agnosticismo científico adoptado por figuras como su amigo y colega Thomas Henry Huxley. Para el agnosticismo de Huxley y Darwin, es tan imposible demostrar la existencia de Dios como lo contrario, y el ateísmo es también un acto de fe.

10. Es solo una teoría

Recientemente, un semanario católico publicaba un artículo en el que, sin negar la doctrina evolucionista, se afirmaba que «las teorías de Darwin siguen siendo una hipótesis. Falta constatación empírica». En tales afirmaciones subyace el error de equiparar la teoría a la pura especulación. Para el método científico, ninguna hipótesis se puede demostrar como cierta, sino solo como falsa. Se asume su validez cuando las pruebas merecen la aprobación de la comunidad científica. En 150 años se han aportado miles de indicios que impulsan la teoría evolutiva en el sentido que lleva desde entonces, y ni uno solo en el sentido contrario. Como señala el genetista Antonio Barbadilla, «nadie duda de otras teorías científicas que no afectan a las creencias, y pocas están tan contrastadas como la evolución».